Hay una campaña electoral en estos días.
Siempre hay una buena excusa para generar momentos de encuentro cuando los
necesitamos.
Porque quizá todas estábamos
necesitando darnos estos días, caminar el pueblo, hablar con los vecinos, tomar
una cerveza, compartir una cena en medio de sobres apresurados, imaginar a
ritmo de mails y asambleas futuros posibles para el pueblo, que está bastante
apagado!
Normal: estamos atravesados por una
crisis-estafa que nos ha golpeado en mayor o menor medida a todas.
Para mí de repente se ha vuelto la
presentación acelerada que necesitaba para aterrizar en el Figaró, para sentir
algo del tipo “tengo planes, creo que me quedo aquí una temporada”.
Conozco más gente que la que conocía
hace un mes y me dejo conocer, hay un principio afectivo que comienza a
recorrerme (me refiero –sin valorarlo- a aquellas cosas y relaciones que
permitimos que nos afecten y nos alejen de la indiferencia).
Todo esto es del orden de la “vecindad”,
ni alianza de amigos, ni grupo de compañeros.
Otra cosa nueva, o mejor dicho
recuperada.
En casa de mis padres se vivían
vínculos de vecindad, de mi infancia recuerdo a los vecinos como personas de
enorme importancia.
Vecinos, no necesariamente amigos, me
llevaron de vacaciones -y más de una
vez- porque mis padres, dado que la economía era justita, no solían salir.
Vecinos se preocuparon de estar cerca
de mis padres en los momentos en que se necesitaba estar atentos con ellos y
los hijos vivíamos lejos.
Y mis padres, a su vez, también lo
hicieron por sus vecinos.
La buena vecindad (y tal cual la
describe Jane Jacobs) puede significar al interior de una comunidad, una justa
medida de relación entre el cuidado, la solidaridad y el respeto a la intimidad
del otro.
Todos sabemos que es mejor que un
vecino no se te meta en casa, pero le dejarás las llaves para que se las dé a
tu hermana si viene de visita y tu no estás.
El vecino, la vecina, estará atento si
ve algo en tu casa durante tu ausencia que le resulta extraño, te dará huevos y
tu le harás a cambio una tortilla, saldrás corriendo si te necesita para cuidar
al niño un ratito, un día te traerá flores de su jardín porque sí, le prestarás
una tenaza y te dará una receta, lo llamarás por teléfono si necesitas algo,
podrás conversar hasta el límite que hayas considerado necesario, porque no se
trata de una amiga!
Es otra cosa…
Es una relación vinculada a problemas
materiales, de logística, a problemas comunes que no son de ninguno y son de todos,
una relación a la que corresponde la pregunta acerca del cómo queremos vivir
juntxs, que es la pregunta política por excelencia.
Y por eso se puede hacer política
entre vecinos, como se puede hacer política entre amigos.
Todo este rollo para deciros que me
encantó el acto de hoy y que estoy muy contenta de participar en este proceso!
Seguimos… Alida
El Figaró, 17 de maig de 2015